DEPORTES MAPUCHES
Propiedad del Prof. Carlos López von Vriessen - Valparaíso, Chile

adultos sentados con piernas cruzadas frente a frente sobre un manto extendido en el suelo a la sombra de un frondoso árbol. Según el autor, juegan a las habas pero no se observa el aro empleado para pasar los granos. Mientras juegan gesticulan con los brazos.

      Hay un observador recostado bajo el árbol. En el siglo XX hay tres láminas, una de Guevara, 1911, p. 47, fotografía con jugadores en el campo, “Jugando a las habas pintadas” sobre un manto en el suelo. En 1975, Francisco Olivares, publica 2 interesantes dibujos interpretando un juego de porotos del “Conquistador” Capitán español Gerónimo de Bibar (1558), uno es la “placita”, con 2 semicírculos, la ubicación de la casa grande y los granos ocupando los agujeros. El segundo dibujo es de dos jugadores sentados, uno de ellos lanzando los porotos a través de la ajorca o anillo elevado. El último dibujo es de Arturo Hernández y Col., 1997, p. 104, en colores, dos jugadores; uno de ellos lanzando las habas sin el anillo.

INTERPRETACIÓN DEL JUEGO DE POROTOS O HABAS


     Sobre una manta o un círculo demarcado en el suelo, se sientan dos o cuatro personas a jugar a las habas. Ocho habas pintadas de negro por un lado, y por el otro de color natural (blanco). Se toman, se sacuden con ambas manos y se lanzan en la zona de juego, si caen fuera de la zona demarcada, se pierde instantáneamente la jugada. Fuentes iconográficas y escritas muestran o mencionan un anillo o ajorca de madera aprox. de 10 cm de diámetro proyectado sobre el centro de la cancha suspendido del extremo superior de una varilla de madera de 60 a 90 cm de altura clavada en el suelo algo inclinada hacia el centro del espacio de juego. A través de dicho anillo deben dejarse caer todos los porotos o habas. Este anillo es lo más característico del awarkuden y no siempre es mencionado en los informes. Su nombre es chugudhue citado por primera vez por Febrés (1765), por Medina (1882) y por Erize, 1960 como chrúngúdhue. Cuando caen ocho habas de un mismo color ya sean blancas o negras, esto vale 2 puntos. Cuando caen cuatro habas del mismo color, esto vale 1 punto. Ganará el jugador que primero complete 10 ó 20 puntos, esto será establecido con anterioridad. Si no sale en el tiro 8 ó 4 de un mismo color, se pasa al jugador que está a mano derecha. Algunos autores informan que se juega hasta llegar a 100 puntos. También se puede llevar la cuenta, cambiando los puntos por palitos. Si el jugador tira 8 habas del mismo color vale 2 palitos, si tira 4 habas del mismo color vale 1 palito. El jugador que obtenga 10 palitos se le cambiará por un palo grande. Se declara vencedor al que logre 4 palos grandes.


CONCLUSIONES


     Las 32 fuentes etnohistóricas, correspondientes a los siglos XVI al XX, ofrecen una variada gama de interpretaciones. En todo caso hay ciertas características etnológicas que son coincidentes y permiten reconstituir el juego y sus variaciones o evolución en diferentes regiones y en el transcurso de los siglos. Awarkuden, Ahuarcuden, Awarcudehue, Lligue, Llique, Llighen y Lüq son las formas en que el juego es mencionado como nombre autóctono. Se refiere a un juego de azar de los Mapuche, hoy casi desaparecido. Se jugó en toda la extensión territorial de este pueblo aborigen. Participaban en él, hombres, mujeres y niños. Se jugaba con habas y/o porotos, ya sean enteras o partidas. El número de granos oscila entre 8 y 12. Es relevante la diferencia de dos colores en las piezas de juego; generalmente blanco y negro, presentándose la mitad de las piezas de un color y el resto de otro. En este juego de azar participan de 2 a 4 jugadores.

     El lugar en que lo juegan es el suelo sobre el que se ha colocado previamente un poncho, frazada o manta, alrededor de los cuales los jugadores se sientan con las piernas cruzadas. Se usan palitos para llevar la cuenta. Mientras juegan entonan canciones que expresan alegría, ruegos, rabia, infortunio, etc. Se realizan apuestas consistentes en vestimentas, animales, armas, pocas veces dinero. El juego era presenciado por parientes y amigos de los jugadores con gran algarabía. El lonko (cacique) del lugar, cumplía la función de juez supremo. En este juego no se puede empatar. Se debe jugar hasta que uno obtenga el triunfo. Las fuentes iconográficas sobre el tema son escasas, pero son testimonio de la importancia y popularidad del juego autóctono de porotos y habas en diferentes épocas: Ovalle (1646), Molina (1776), Gómez de Vidaurre (1789), Famin (1835), Smith (1855) y Guevara (1911), F. Olivares, 1975, Hernández y Col. 1997. La fuente entregada por Bibar, 1558, 1966, p. 135-136 nos demuestra la variedad de posibilidades que conocieron los Mapuches, según época y región. Dicha fuente nos ofrece un juego muy bien estructurado, testimonio de la capacidad creativa de estos indígenas. La interpretación puede ser variada, ya que la explicación del cronista español es algo confusa. Esto concuerda con la opinión de Molina (1787, 1901, T.2., p. 191), que afirmaba que los Araucanos (Mapuches) eran un pueblo de gran inteligencia práctica por haber inventado muchos juegos de interesante estructura. En el caso presente el Awarkuden, permite gran variedad de posibilidades. Hoy está casi olvidado entre los Mapuche. Solo algunos ancianos y Machi lo recuerdan. El juego no fue traído por españoles como lo confirma la publicación de Bibar, 1558, 1966, p. 135-136. En cuanto a su origen el investigador francés, Depaulis, 1998, dice citando a Vivante, 1942, 1946, “Andean people also played 'beans' games, where half-blackened beans were used instead of dice. This tradition can be traced back to the Mochicas (c. 100 BC-c. 600 AD); the Mapuches used to call it llügün (or lligues), and call it now awarkuden. p. 46”.

(*) Extracto de ponencia presentada: En VIII Congreso Brasileiro de História da Educação Física, Esporte, Lazer e Dança, 14 a 17 de novembro de 2002. Ponta Grossa-PR .Tema: As ciencias sociais e história da educação física, esporte, lazer e dança, Publicación del Congreso en CD 8 pp.

BIBLIOGRAFIA (ordenada cronológicamente)

Bibar, Gerónimo de, Crónica del Reyno de Chile, (1558), Santiago, 1966, pp. 135-136
Valdivia, Luis de, Arte y Gramática general de la lengua que corre en todo el Reyno de Chile, con un vocabulario y un confesionario, (1606),Lima, s/p
Ovalle, Alonso de, Histórica relación del Reyno de Chile, 1646, Santiago, 1969, pp. 7 y 113(lámina)
Rosales, Diego de, Historia general del Reyno de Chile, (1674). Valparaíso 1877, T. 1., p. 169
Córdoba y Figueroa, Pedro de, Historia de Chile, (1740), Santiago 1862, T. 1., p.30
Febrés, Andrés, Arte de la lengua general del Reyno de Chile, Lima 1765, pp. 361, 541
Olivares, Miguel de, Historia militar, civil y sagrada del Reino de Chile,(1767), Santiago 1864, p.42

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